Se reconoce como diabetes a la enfermedad que presenta los niveles de glucosa muy altos. La glucosa proviene de los alimentos que consumimos. La glucosa necesita de la insulina, que es una hormona encargada de suministrarla eficientemente entre las células.

Existen dos tipos de diabetes
Tipo 1: Se diagnostica cuando el cuerpo no produce insulina.
Tipo 2: Es la más común y se diagnostica cuando el cuerpo no produce insulina de manera adecuada y como resultado provoca que la glucosa permanezca en la sangre.

Con el tiempo el exceso de glucosa en la sangre puede provocar problemas serios. Daña los ojos, nervios y riñones. Puede causar derrames cerebrales, deterioro de la capacidad regenerativa en la piel o hasta la amputación de extremidades.

La diabetes puede diagnosticarse a través de un análisis de sangre y es recomendable también controlar el peso y proponer una dieta que acompañe los tratamientos indicados por el doctor. En conclusión la medicación, dieta y ejercicio físico deben manejarse en simultáneo para obtener resultados favorables en el tratamiento.

Recomendaciones:
1.- Tener conciencia de lo importante que es llevar un control minucioso a lo largo del tratamiento. Principalmente los controles de glucosa.
2.- Mantener una hidratación adecuada.
3.- Asistir a consultas oftalmológicas.
4.- Actuar rápido ante una hipoglucemia.
5.- Ser adherente con la medicación.
6.- Practicar ejercicio físico de manera regular.
7.- Cuidar los pies.

Fuente: NIH: Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales.